lunes, 5 de septiembre de 2011

‘¿te duele?’ y la ponénsia artístika.

‘¿Te duele?’ y la ponencia artística.

Dos jóvenes estudiantes de psicología de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas UCA se propusieron, el año pasado, participar en un foro de psicología de la liberación en Venezuela con una ponencia de forma innovadora: el teatro.

Hablar del teatro como método de expresión es hablar de otro tipo de lenguaje. La decodificación de mensajes como espectador permite un aprovechamiento más rico de la realidad puesta en escena. Fernando Chacón y Milena Pérez asumieron el reto de utilizar el teatro como forma de llegar al público, conformado por estudiosos de la disciplina, hablando del tema ‘la dinámica del Opresor/Oprimido’.

‘¿Te duele?’ es una pieza teatral breve del boliviano César Brie que aborda la temática antes mencionada desde la delicada situación de un matrimonio. Un texto con mucha energía que cuenta con montajes profesionales en Bolivia, utiliza la metáfora de un ring de boxeo en el que se tensan y destensan los conflictos de la relación, desde el feliz matrimonio hasta los golpes. Según los estudiantes, la dramaturgia expone perfectamente las tres etapas de la dinámica de violencia: la luna de miel, la acumulación de tensión y la explosión.

Bajo la formación del elenco de teatro UCA y la dirección de Dinora Cañénguez, el espectáculo se montó para llevarse a Venezuela como una innovadora propuesta de ponencia artística. Los resultados allá debieron ser los esperados, porque a pesar de ser un montaje pensado para eso, tuvieron la oportunidad, dentro del país, de presentarse en diversas ocasiones en la universidad, en canal 10 de televisión nacional y hasta en la pequeña sala del teatro nacional.

Propuestas como éstas deben ser consideradas, y mucho. Se necesitan miles y miles de jóvenes como éstos que busquen en el arte la voz idónea para conversar de la realidad con sus contemporáneos . El teatro es un lenguaje que bien puede ser utilizado de ésta y muchas formas más. Debe de esperarse que estos jóvenes sigan viéndose en las tablas y que salgan muchos otros con la inquietud de contar la vida desde el sueño del teatro.

Comparto un link del sitio de Bolivia a propósito de la obra teatral ‘¿Te duele?’ de César Brie.

lunes, 27 de junio de 2011

/sién áños de soledád/

 Un breve análisis de la obra de mayor impacto en Latinoamérica. Descubrámos los puntos maravillosos e impactantes que convierten a Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, en la obra representativa de la cultura latinoamericana y el realismo mágico.
Dejar en claro que los elementos del realismo mágico utilizados por García Márquez hacen innecesarias todas estas resoluciones, puesto que el Realismo Mágico es considerado una técnica en la que un elemento mágico [inverosímil] se mezcla con la realidad [verosímil] conociendo las razones de éste. Esto tiene como fin sorprender y entretener al lector, elemento equívoco según otros realistas, e intrínsecamente relacionado con el rescate de la inocencia en la concepción literaria del mundo (“creer, creer, no importa lo que pase” y un poco de “ver con los ojos de un niño”) sin olvidar, por supuesto, el reflejo de la realidad.
®     La invención del hielo.
¿Por qué sorprende tanto el hielo que los gitanos llevan a Macondo?
El hielo es un elemento que fascina al lector y le ayuda a comprender que Macondo era un lugar realmente recóndito, y es cuando García Márquez nos da la primera referencia de la época en la que se sitúa la historia y permite que el desarrollo de Macondo “muchos años después” sea más notable.
Como referencia cabe mencionar que el hielo era transportado en los siglos XVI y XVII de las zonas polares hasta Francia, Inglaterra y España para la diversión de los reyes y la nobleza, dentro de recipientes de madera y estaño, uno sobre otro, manteniéndolo en su estado. Fue con la ayuda de Fahrenheit (1686-1736) y Faraday (1791-1867) que se conoció científicamente. Para resolver el cabo suelto de cómo los gitanos transportaron por entre los caminos de la ciénaga aquel inmenso bloque de hielo y ubicarnos completamente en la época inicial de Macondo debo referirme a 1846, fecha en la que la norteamericana Nancy Jhonson inventó la primera máquina heladora automática y dio inicio a la producción de hielo industrial con Jacobo Jossel en 1851 (Fecha en la que relativamente comienza la cuenta de los cien años que terminarían para 1950-1960). Haciéndonos la idea de lo tardío que fue para Macondo conocer el hielo y las maravillas de los gitanos y sus inventos (como el imán que data para 1830-1840) podemos justificar el desconcierto de José Arcadio Buendía cuando dijo:—este es el gran invento de nuestro tiempo.

®     Los viajes del éxodo—Macondo Peninsular—el regreso de Úrsula.
Hay en Cien Años de Soledad dos viajes de éxodo que realizan los fundadores de Macondo, ambos complementan la ironía geográfica de la historia finalizando con el regreso de Úrsula. El primer viaje es en la juventud de José Arcadio Buendía y claramente García Márquez nos hace un plano de la región (pág. 19) que vivifica el sentido de este cabo suelto. Para terminar de comprender el caso de Macondo y su ubicación tenemos que decir:
o   Al oriente, luego de la sierra, está Riohacha.
o   Al sur se encuentra la Ciénaga que «según los gitanos carecía de límites».
o   Al occidente está el mar sin término.
o   Y al norte, según José Arcadio Buendía, estaba la civilización.
Durante el primer viaje, un grupo de jóvenes, mujeres y niños encabezados por José Arcadio Buendía atraviesan la sierra buscando la salida al mar por el occidente y al rendirse fundaron Macondo para no tener que regresar. En este viaje descubren la armadura del guerrero y Úrsula tiene a su primer hijo José Arcadio. Esto es comparado con el éxodo de la Biblia.
Una vez fundada Macondo, con la influencia de los gitanos y sus inventos José Arcadio Buendía emprende un nuevo viaje extenso ahora por el norte, dónde encuentran al galeón español (una nueva referencia de G. Márquez de la época, porque el galeón era utilizado en los embarques al Nuevo Mundo –América- y encontrarlo en aquel estado sobre tierra firme resultaría un dato de la cercanía del mar) El mar se encontraba a cuatro días de viaje más y nos permite asombrarnos con este nuevo punto. José Arcadio Buendía, quebrantado, descubre y concluye que están rodeados por el mar y define la idea de un Macondo Peninsular. Sin embargo, muchos años después, con el desarrollo de Macondo se redescubre un contacto con las demás ciudades con la guerra, el ferrocarril, la compañía bananera etc.
La travesía por entender las rutas de todo este mágico mundo de Cien Años de Soledad podemos decir que concluye cuando Úrsula Iguarán parte en busca de José Arcadio y los gitanos por entre los caminos de la ciénaga y su rastro se vuelve impenetrable por cierto tiempo, el cual José Arcadio Buendía dedica por completo a sus desaforadas empresas imaginarias, dejando en descuido a Aureliano y a Amaranta. Úrsula regresa con la satisfacción de haber encontrado la ruta a la civilización que su esposo tanto lloró sobre los trazos de los mapas de Macondo, ella llega con una población que ayudaría a Macondo a crecer con otra cantidad de historias en el libro con las que podemos dejarnos maravillar.
®     El pirata Francis Drake
Apreciamos otro elemento que nos deja la sensación exquisita muy propia de Márquez de que todo está escrito desde siempre y que todos los sucesos son solo un puro lío de casualidades y de feroces e irrevocables destinos. Puede cualquier lector hacerse la pregunta ¿Qué tiene que ver Sir Francis Drake en la historia de Cien Años de Soledad? Si estamos hablando de siglos atrás y de alguien quién no tuvo contacto directo con ningún personaje pero si una participación esencial. Sir Francis Drake es en verdad un personaje histórico: Navegante y explorador inglés (1540-1596) nacido en Devon y dedicado a los periplos por Sudamérica en encomiendas de la Reina Isabel I, tal y como menciona Márquez. Lo importante de este pirata inglés es que de no haber sido por su aventura por las junglas cercanas al río de plata y al estrecho de Magallanes jamás se hubiera asustado ni quemado la bisabuela de la primera Úrsula Iguarán ni esto hubiera hecho que se cambiaran de domicilio con su esposo Aragonés para conocer al criollo José Arcadio Buendía y que siglos después el tataranieto del criollo se casara con la tataranieta del aragonés y la historia siguiera avanzando con la fascinación acostumbrada de esta gran novela.
®     El incesto y la criatura mitológica que pondría fin a la estirpe
Este punto sorprendente deja lugar a muchas interrogantes, la imposibilidad de esta criatura mitológica del humano con «cola cartilaginosa en forma de tirabuzón y con una escobilla de pelos en la punta» (pág. 30) hace increíblemente fantástica la creencia del castigo por el incesto. Veamos que en Latinoamérica y en las regiones en las que el catolicismo se arraigó con mucho poder se cimentó un duro sistema de creencias las cuales tenían su fin en dominar las acciones de los laicos, del pueblo en general. Este es un punto crítico a cerca de la visión religiosa del incesto que según García Márquez es el pecado en la sangre de los Buendía, que se repite de generación en generación. Entonces el fruto de este pecado viene a ser el remordimiento eterno y el castigo divino. Viéndolo desde un punto de vista biológico, la cola de cerdo es una exageración de Márquez en cuanto al fenómeno de la cola atrofiada en los seres humanos, conocido como una deformación en el axis y una apófisis espinosa en las últimas vertebras cervicales del ser humano que le dan el aspecto de cola al final de la columna vertebral; sin embargo, este fenómeno sólo tiene la apariencia de una quinta parte de una cola de cerdo común. Podemos comprender entonces, que además de ser un recurso estilístico (hipérbole) la cola de cerdo como castigo al incesto es una fuerte crítica de García Márquez a las costumbres de los pueblos y da fin a los cien años de soledad de la estirpe de los Buendía cuando Aureliano, el bebé de Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula nace con cola de cerdo y es devorado por las hormigas.
®     Melquíades y los pergaminos
Melquíades es uno de los personajes más impactantes y esenciales dentro de la obra, representa a un empírico filósofo, profeta, científico y gitano que llega con su tribu de gitanos pregonando los últimos y asombrosos descubrimientos del mundo. Melquíades estrecha una amistad con José Arcadio Buendía, y una relación extraña con toda la familia, representa un ser divino, inhumano, sabio y virtuoso. Su imagen acogedora queda impregnada por los siglos en un espacio de la casa y marcado en los corazones de los Aurelianos (a diferencia de José Arcadio Segundo que actúa como un Aureliano por el misterio de haber cambiado de identidad con su hermano gemelo) y el principal punto sorprendente y suelto de Melquíades, parte de la semejanza que Márquez hace de éste con Nostradamus (Michael Nostradamus 1506-1566 antropólogo francés judío, profetizó eventos que ocurrirían en el futuro como la muerte de Enrique II y el fin del mundo en el año 3797). Melquíades predice a ciencia exacta todos los sucesos que vivirá la familia Buendía, cada una de las repeticiones, pesares, alegrías y tragedias que sufrirían los personajes en unos pergaminos escritos en sánscrito, su lengua (lengua indoeuropea muy antigua utilizada litúrgicamente), con cien años de anticipación. Sin este elemento Márquez no podría llevar un hilo de cien años de soledad ni el fascinante elemento del tiempo cíclico.
®     Las presencias o ánimas de personas muertas.
En cien años de soledad, hay otro cabo suelto con respecto a los fantasmas. Apreciamos una serie de apariciones en toda la obra y podemos distinguir entre magia o milagro, como muy bien lo hace Mario Vargas Llosa en su estudio Cien años de Soledad. Realidad Total, Novela Total.  A mención, estas presencias serían las de José Arcadio Buendía bajo el castaño, Úrsula conversaba con él. Prudencio Aguilar que atormentó a Úrsula y a José Arcadio Buendía por mucho tiempo, Melquíades, entre otros. Pues, debido al maravilloso universo de Macondo, estas ánimas llegan a convertirse en presencias habituales y hasta entrañables. Nadie duda de su real existencia, nadie cuestiona la locura de nadie dentro de la obra, solo nos queda creer y creer no importa lo que pase.
®     La muerte
José Arcadio Buendía Muere de una forma peculiar. Úrsula, enterada por Aureliano de la premeditada muerte de su esposo lo soltó del castaño y lo amarró a su cama, ahí el anciano fundador de Macondo acostumbraba a soñar con habitaciones en las que entraba una a una, todas iguales, puerta tras puerta, hasta que un día se quedó atrapado en una y jamás salió. Prudencio Aguilar era el único que le entendía y le acompañaba siempre, hasta el momento de su muerte. En todo Macondo repercute  la muerte de este personaje, llueve a borbotones diminutas flores amarillas y «tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro.» (pág. 166) este es un punto, en verdad maravilloso, único y exquisito.  
José Arcadio hijo mayor, el descomunal hombre sísmico y corpulento tiene la muerte más impactante y misteriosa de toda la obra. Según Márquez, el único misterio que jamás se resolvió en Macondo (aunque a consideración de muchos, hay más de uno). Una tarde durante la guerra en la que Rebeca, su esposa, entró a ducharse, un desconocido irrumpió en la casa que habían adquirido por tratos sucios con Arcadio y con un revólver atacó a la sien del interpelado y murió sin mayor aviso. De su oído comenzó a emanar sangre que en un precipitado cauce llega hasta Úrsula recorriendo gran parte de la ciudad para anunciarle el suceso. Luego de su sepelio, el toque del olor a pólvora en el cuerpo es la más excéntrica de las hipérboles que utiliza Márquez. Todos los elementos empleados sólo en la muerte de este personaje crean la excelencia indudable de Cien Años de Soledad en una de sus partes.
Coronel Aureliano el coronel Aureliano Buendía muere del alma y nos hace valorar la inocencia de estos personajes, la soledad y la poca autocomplacencia en la rutina del ser humano. En sus últimos días, el coronel Aureliano Buendía se dedicó por completo a los pescaditos de oro y a disfrutar la soledad y su soberbia. Un día en el que bajo una lluvia de octubre, atacado por los recuerdos, retorciéndose en los sentimientos prohibidos, observa con recelo el circo que se avecinaba al pueblo una vez más. El coronel, lleno de nostalgia, se dirige a orinar al castaño y apoyando la cabeza al tronco, cierra sus ojos y deja de vivir.
Amaranta la fascinación de esta muerte radica en la premeditación que una mujer anticuada vestida de azul con el cabello largo le hace a Amaranta, la muerte «tan real, tan humana» le avisa el vaticinio siete años antes, con el fin de que Amaranta comenzara a bordar su mortaja y tal es la ironía que se convierte en una mensajera para la otra vida, y el escándalo es grande, el designio certero y la consternación de los Buendía cotidiana.
Los gemelos José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo Los gemelos manejan una interconexión tan íntima que forman un nuevo elemento de fascinación, porque luego de sus juegos infantiles, al parecer, su identidad según los rasgos hereditarios de los Aureliano y los José Arcadio es cambiada por el resto de sus vidas. Y Aureliano actúa como un José Arcadio y José Arcadio como un Aureliano, pocos lo notaron y nadie lo discutió (como otra cantidad de hechos increíbles que nadie discute) y fue hasta su muerte, también conectada, que vuelven a su verdadera identidad. José Arcadio es el primero en morir, cae sobre la mesa de Melquíades frente a su hermano gemelo y muere pasivamente. Aureliano, minutos después, al acostarse en cama cierra los ojos y acompaña a su hermano en el camino de la muerte. Confunden los ataúdes a la hora del entierro y termina por ser otra extraordinaria narración de la muerte.
Úrsula La muerte de Úrsula tiene cabida luego del sorprendente toque de la lluvia de casi cuatro años que Márquez utiliza para hacer notable el decaimiento de Macondo. Describe a la fundadora mordaz de Macondo como una anciana carcomida por la decrepitud, ciega, flácida, débil pero jamás inútil ni desorientada. Sus “momentos de lucidez” son escasos pero le sirven para dejar resueltos los últimos asuntos antes de morir. Cuando muere Úrsula, su cuerpo es tan pequeño y atacado por los años que se entierra en un ataúd del tamaño de una caja de zapatos. Su muerte convierte la casa en un lugar hostil a punto de destruirse por completo, da un giro total al tiempo y parece transportarnos a otra época con nuevos personajes. El coraje de Úrsula no le permitió caer ante ninguna desgracia y logró cumplir su promesa de morir cuando cesara la lluvia.
Las muertes de estos y otros personajes nos permiten sacar algunas conclusiones de acuerdo a la forma, vemos que García Márquez plantea una muerte natural en la que el espíritu en ceremonial acuerdo con el cuerpo decide dejar de vivir y solo cerrar los ojos. Eso pasa con varios personajes, así como la visión humana de la muerte, el morir de amor, de soledad o de luchar por no morir. Sólo algunos de los hombres de la historia mueren violentamente, las mujeres no. El asesinato es más justificado por el autor en ese enfoque, la guerra y la corrupción del gobierno con la compañía bananera. En conclusión, la muerte es un esencial y excéntrico elemento de fascinación que Gabriel García Márquez utiliza a su beneficio con sorda perfección.

miércoles, 22 de junio de 2011

/la vída: un menú de dos opsiónes/

La vida: un menú de dos opciones.
Respuestas para un menú
Jorgelina Cerritos

Jorgelina Cerritos parece tener las respuestas a un menú de vida que ha venido limitando todas las posibilidades y los conceptos humanos en soledades y vacíos cada vez más mecánicos e inentendibles.

Clara, una diseñadora con un pequeño negocio de vestuario, mujer de edad irrelevante, dos hijas y un perro, cree que un gran vacío que tiene en el pecho desde hace mucho tiempo es por culpa de los años vividos con su esposo, Héctor. Un matrimonio común y corriente, con rutinas y dificultades, una vida sin mayores lujos, una vida normal, podría decirse: dos personajes encerrados en un universo que ellos mismos van volviendo cada vez más insoportable.

Respuestas para un menú es una obra de teatro de Jorgelina Cerritos, escritora y actriz salvadoreña, y montada por el grupo de teatro “Los del Quinto Piso” bajo la dirección de Víctor Candray, actúan Jorgelina Cerritos como Clara y como Héctor, Rafael Pineda. Tuve la oportunidad de presenciar esta obra en el 2009, sin tener mayor conocimiento de cómo se hace teatro en El Salvador, esta obra marcó, para mí, un antes y un después en dramaturgia y montaje escénico. Un círculo. En el centro, una maleta; en la maleta, arena. Los elementos de los que se valen los personajes son recursos mínimos, ya que, según la propuesta del grupo teatral, la principal herramienta del actor es el cuerpo, el actor mismo. La obra, que se desarrolla en no menos de una hora, contiene humor, drama, tensión y sobretodo una fuerte carga poética que responde a las dudas más existenciales de un ser humano: ¿Qué es el amor, la soledad y la vida?

La propuesta de la dramaturgia de Cerritos es qué vacíos y qué tristezas se van cargando desde la infancia y qué dolores jamás se sueltan, cómo culpamos a las circunstancias por nuestro padecer y cómo inventamos excusas y salidas que no callan esas voces que nos atormentan. De una mujer se vale la autora para incluir toda una gama de nudos y tensiones del pasado que van tejiendo conflictos internos, externos, en consecuencia, en su matrimonio. Clara se casó con Héctor cuando aún eran muy jóvenes, emocionados, llenos de expectativas y deseos, con tantos bellos momentos que recordar de su noviazgo. Clara dejó muchas cosas sin resolver, ella carga su propio infierno por su manera de ver el mundo. Se niega a admitir la absoluta resolución de dos opciones en la vida, dice que hay más formas de ver las cosas. La rutina la exaspera, le ofuscan las preguntas cerradas, no soporta sentirse cohibida, encerrada, pero no se atreve a hablar, a pelear contra sus propios fantasmas.
La obra inicia con un día cualquiera en el matrimonio de Clara y Héctor. La simplicidad de la rutina que aburre y desespera, las preguntas que nadie contesta, las ironías y los silencios. Un breve cambio que propone Héctor para ver si así mejoran las cosas comienza a crear en Clara el proceso más fuerte de su vida: creer que necesita librarse de él para sentirse al fin libre. Dolores de cabeza, discusiones, constantes rutinas, silencio y soledad. En el desarrollo de la obra, las imágenes creadas en el espectador transmiten el agobio y la letal incertidumbre de los personajes. La fascinación puede ser un elemento que afecte el total aprovechamiento de la temática, porque los diálogos, cada vez más fugaces y más lanzados por la acción interna de los personajes, son más difíciles de retener y la poesía en la cotidianeidad de Clara puede hacer que el espectador prefiera no ahondar en la literatura de la escena. Bastará verla un par de veces y sostenerse en los detalles más mínimos de la narración dentro del drama para entender lo que en realidad sucede dentro del matrimonio y de cada uno de los personajes.

Clara es como una muñeca encerrada en una casa de frío vidrio transparente, se siente como enterrada para siempre en la arena, quiere huir, quiere ser libre y caminar por la playa, dejarlo todo. Héctor quiere vacaciones, le interesa relajarse y tratar de recuperar el tiempo perdido con su amada esposa. Cada vez se soportan menos y en una fascinante alegoría quizá de violencia o de aversión disimulada, Clara pelea contra sí misma en un verdadero “round” de boxeo. Luego, con más razones que contra sí misma, lucha contra Héctor desesperadamente. El espectador debe dejarse afectar por la intensidad de estas escenas para conseguir esa conexión entre el cénit del conflicto y el proceso de los personajes.

Vista la primera vez, la obra deja la sensación de ser complicada, de no saber si se habla del tiempo lineal o si hay presente, pasado y futuro interactuando sin autorización, y eso es, quizá una de las limitantes del teatro vivo en comparación al teatro escrito. En la literatura impresa, se puede volver a leer e interiorizar más aún los pasajes textuales. Pero, a causa de ese impacto, tuve que volver a verla casi con el compromiso de sentir más allá del hecho latente y presencial de los personajes moviéndose de un lado a otro, esa conexión con la maravillosa literatura que se esconde detrás. Con cinco veces de apreciarla, supe reconocer, en reflexión más íntima con Clara, que a diferencia de un libro, la he visto, la he escuchado y la he sentido, supe reconocer que no se deshizo del infierno que ella cargaba con separarse de Héctor. La última escena es una especie quizá brutal de resignación, al ver que, separados, cada uno carga siempre con sus vacíos, sus dolores y su soledad que no se extingue con nada.

“¿Qué otras formas puede tener el amor, la soledad o la vida?
¿Qué otras formas la muerte sino ésta?”


Jorgelina Cerritos es una actriz, poeta y dramaturga salvadoreña. Ganadora del Premio Casa de las Américas en el género de Teatro en 2010 con su obra más reciente Al otro lado del mar. Inició su formación artística en la disciplina del teatro en 1990 habiéndose desarrollado como actriz desde 1993 y como dramaturga desde el año 2000. Además del Teatro cultiva la Poesía, géneros en los que escribe tanto para niños como para adultos. Dentro de su formación académica cuenta con la licenciatura en Psicología de la Universidad de El Salvador, diplomada en educación.
Posee el titulo de Gran Maestre en la rama de Teatro Infantil dado por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte de El Salvador, en 2004.
Para el año 2006, fue becaria del proyecto centroamericano El Carromato en el taller regional de Dramaturgia, dictado por el maestro y dramaturgo español José Sanchis Sinisterra.
Sus obras El coleccionista, La función Debe Continuar y Respuestas para un Menú han sido llevadas a escena por el grupo de teatro Los del Quinto Piso y presentadas tanto a nivel nacional como internacional del 2007 a la fecha.

*Dato recuperado en línea de Periódico Lapislazulli, Colombia.

martes, 21 de junio de 2011

/las intermiténsias de la muérte/

Las intermitencias de la muerte
José Saramago

Me enfrenté a “Las intermitencias de la muerte” hace unos meses y fue una carta de presentación exquisita con la narrativa de Saramago. José Saramago es un escritor calidad Nobel, portugués, periodista y su talento está comprometido con el género humano.

La muerte, un día, en un país que puede ser cualquier país, decide dejar de trabajar. El argumento puede parecer absurdo, pero me atrevo a asegurar que la intención del autor es ésta. Lo absurdo de las estructuras sociales y los comportamientos colectivos. Saramago es un escritor de inmensas e inquietantes metáforas que establece un vínculo casi entrañable casi invisible con la realidad latente de las naciones europeas. Su demás obra literaria narrativa radica en temas afines, en el estudio profundo y reflexivo de qué tan inhumanas pueden llegar a ser las sociedades humanas. La muerte, como toda una prosopopeya satírica, deja de matar únicamente dentro de las fronteras de dicha nación. Se desconocen las razones y desde la primera página nos envuelve en un panorama de incertidumbre junto a todo ese país cuya suerte, aunque pareciera esperanzadora y profética, le provocará graves conflictos.

José Saramago parece tener a la nación en la palma de su mano, tal omnisciencia y omnipresencia lo dota de un control de todo el acontecer político, económico, militar, religioso y personal en la narración. Es un proceso que de inicio a fin, con la zozobra y desasosiego de la población, mantiene en zozobra y desasosiego al lector.

¿Qué pasaría si un día la gente dejara de morir? La utópica interrogante que cualquiera podría hacerse es la que brinda al autor las herramientas para predecir con exactitud y jactancia lo que haría no solo esa nación, sino cualquier sociedad del mundo. Hay todo tipo de catástrofes ingeniadas con tremenda creatividad y sobretodo mucha lógica de la que abunda en las actuales relaciones humanas. Saramago desencadena conflictos con cada miembro de la sociedad, desde el clero hasta la realeza, desde el gobierno hasta la mafia, desde campesinos hasta adinerados, desde filósofos a secretarios, desde la colectividad hasta la intimidad del pensamiento.

Un estilo muy periodístico, muy preciso pero a la vez tan ameno como oír pláticas ajenas. El autor recurre constantemente a la fluidez de los diálogos sin intervenir en ellos, diálogos que están incluidos en el cuerpo de la narración (llámese párrafo) y no como tradicionalmente se conocen. Muchas técnicas de narrativa contemporánea vuelven la lectura muy intensa e imposible de abandonar. El autor, prescindiendo de ahondar en un o unos solos personajes y dándole el protagonismo a la nación entera, ahonda abismalmente en el comportamiento social.

La impresión más significativa que tuve al finalizar el libro fue: “en verdad que así nos comportaríamos si pasara esto”. Todo lo que pasa es radicalmente absurdo y desmoronado, pero en la reflexión, con “Las intermitencias de la muerte” es reconocible que como sociedades, es ahora muy normal nuestro comportamiento absurdo y desmoronado.

domingo, 1 de mayo de 2011

/Cuénto brébe latinoamerikáno/


A continuación uno de los relatos que más me han cautivado.  
Datos sobre el autor:
Dimas Lidio Pitty: Estudió en la Universidad de Panamá y en Santiago de Chile, y residió en México, como exiliado político durante algunos años en la década del 70. Luego actuó de corresponsal en Panamá y Centroamérica de un diario mexicano.
Reconocido por la crítica como poeta egregio, premiado en 1979, ha sido, sin embargo, en la narrativa donde ha logrado sus mayores triunfos. (wikipedia, 2011)

 LA CASA MUDA.

Tocó el timbre sin entusiasmo pero con la secreta esperanza de que, por esa vez, al menos, las cosas fueran distintas. No podía ser que el día prosiguiera tan absurdamente idéntico: “¡Ya le dije que nada, que no quiero nada! ¡Lárguese!”; que ni la tarde acabara bien: “¡Pase usted! ¡No faltaba más! ¡Tanta falta que nos hacía algo así! Pero siéntese, hombre, no se quede ahí. ¡Vaya, por Dios, con lo cansado que se ve!” Ojalá el haber pulsado tres veces el timbre cambiara su suerte. Algunos recomendaban hacerlo para que la gente abriera de buen humor. Ojalá… Le vino a la mente una de esas historias de mala suerte y de cómo ésta terminó cuando la víctima le cortó la cola a un gato negro la medianoche de un viernesanto. Sonría. Si en verdad resultara. Todo es cuestión de fe, de decir, por ejemplo: “Hago esto para que acabe mi mala suerte.” Sin embargo, lo del timbre no iba a servir. Estaba seguro. Porque algo -quizá el día nublado o la sensación de soledad y frío que la noche anterior lo mantuvo despierto hasta muy tarde- lo inducía al pesimismo, a suponer que nada sería halagüeño, que nuevamente una mujeruca desgreñada y roñosa lo mandaría al demonio. Eso en el mejor de los casos; en el peor, salía una bestia con trazas de insomne o de alcohólico y… Estaba convencido de que no sería de otro modo, así el día se prolongase por siglos y visitara todas las casas de todas las calles de todas las ciudades de la Tierra. No obstante, una especie de hastío o de anhelo lo impelía a insistir, a seguir llamando, aunque dentro de sí comenzaban a crecer el fracaso y ese extraño júbilo de la desilusión, tan intenso como el de la alegría y quizá más legítimo.

Volvió a tocar y de nuevo el sonido del timbre horadó las profundidades de la casa. Ahora comenzarían los carraspeos, los roces de pies, los “ya voy” y, finalmente, escucharía el chasquido de la cerradura, pero la llamada no provocó ninguna reacción en la vivienda. Seguramente su inquilina era alguna anciana solitaria, dueña de varios gatos, de maceteros con dalias y orquídeas, y tal vez de un perico; también podía ser habitada por algún excéntrico, enemigo de coloquios y visitas. Pero, entonces, ¿para qué el timbre?

El mutismo de la casa fue lo último que esperó Podía aceptar el mal tiempo, el trajín, las injurias, etcétera (en cierto modo, eso era parte del oficio), pero que hasta las casas lo desdeñaran era el colmo del la humillación. Eso estaba más allá del infortunio, de toda tolerancia, de la propia dignidad. El día no podía terminar de esa manera; en un silencio húmedo y escandalosamente neutro. Era preciso insistir hasta que alguien saliera a mandarlo a la perra que lo parió. O podía ser a la gallina o a la zorra; no importaba. Pero, por lo menos, eso sería un testimonio de vida, de gente: un instante de comunicación y compañía bajo la lluvia.

Por tercera vez pulsó el timbre, aunque virtualmente desinteresado de todo propósito comercial. Porque ya lo importante no era vender, sino que abrieran; eso era lo único que realmente importaba. No vender; no mostrar; no discutir. Todo eso era superfluo. Lo esencial era que abrieran, así fuese para gritarle: “¡No joda y váyase al carajo!”, o cualquier cosa que lo rescatara de esa calle mojada, de esa tarde podrida y gris perdiéndose hacia arriba y detrás de las casas, en los desagües, en la boca y en los pasos de ese hombre que sostenía un gran paraguas negro; algo que, aunque fuese fugazmente, lo incorporase al verdadero mundo de los hombres. Eso era. Algo que lo aliviara de esa sensación de muerte que, a lo largo de años, había ido espesándose dentro de sí. Tocó, volvió a tocar, pero nada. Más bien, con cada timbrazo, sintió aumentar el silencio; casi lo sentía fluir por debajo de la puerta.

Pensó que lo mejor era prescindir del timbre y llamar directamente a la puerta. Sus puños golpearon, una y otra vez, contra la madera, mas todo siguió igual. Entonces un rencor oscuro comenzó a formarle una bola en el estómago. ¡Ya verán si abren o no! Puso a un lado su maletín con muestras de cosméticos y detergentes. ¡Abran infelices cabrones! ¡Abran, desgraciados! ¡Abran! Y continuó golpeando pateando hasta que los vecinos acudieron, alarmados, y lo sujetaron mientras llegaba la policía.

Luego declararon que, en verdad, les sorprendía mucho que el vendedor hubiera llamado a su propia puerta en esa forma. En años de vivir allí, jamás había observado una conducta tan desusada. Pero lo más sorprendente, agregaron, era el hecho de que hubiese llamado porque el vendedor era soltero y siempre había vivido solo. Absolutamente solo.

lunes, 25 de abril de 2011

/el podér de las palábras/

Cuando retumban,
Creadoras y nuevas, las palabras,
Y cuando los dioses
 lanzan los dados...

FEDERICO NIETZSCHE


"En el principio era el Verbo,
y el Verbo estaba en Dios,
y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio en Dios..."
(Jn 1, 1-3).
Articulo #1
[el poder ficticio de la palabra]

EL PODER ficticio DE LA PALABRA

Nota  realizada por el Prof. Horacio Velmont, basada en las canalizaciones del Prof. Jorge Olguín.

Un profesor nunca experimenta, sino que enseña. Mi primera enseñanza es que no deben reaccionar a las palabras, porque las palabras no tienen ninguna fuerza. La fuerza se las da uno. Ustedes me pueden dar un poder de agredirlos que yo no tengo (ni tampoco nadie tiene). Tengan en cuenta que cuanto más susceptible es una persona, más débil es.  Lo que el trabajo interno logra es hacerlos fuertes. Y es fuerte el que no le da ningún poder al otro. Lo único que tienen que hacer es quitarle al otro el poder que le dieron. Y como profesor me sentiré satisfecho cuando vea que nada de lo que dice otra persona les hace reaccionar. Si primero no aprenden esta lección, nunca podrán ver la enseñanza más profunda que hay detrás de mis palabras. 
Un fuerte y sincero abrazo a todos: Horacio Velmont.

http://www.grupoelron.org/notas/elpoderdelapalabra.htm


Comentario

Este artículo nos refiere a que el poder que le damos a la palabra es totalmente superficial, y que todo perjuicio, impacto, revelación o sentimiento que cause es de total dependencia del estado de la persona quién la recibe. Habla del trabajo interno, y de la susceptibilidad; negando por completo, de manera objetiva y periodística, el poder emocional que tiene la palabra en las relaciones humanas. La reflexión a la que nos lleva el autor es a que para poder descubrir el verdadero significado de las palabras y su mensaje, tenemos que aprender a no reaccionar ni permitir que el poder ficticio de la palabra nos domine o nos debilite.

Articulo #2
[fragmento]
“…La palabra ha sido reverenciada en todos las culturas. Tanto es así que no existe una sola civilización en la que no haya una bella leyenda sobre su aparición. Así lo relatan los dogones, tribu africana aislada durante siglos en la frontera de Malí y Burkina Fasso: “el Séptimo recibió pues el conocimiento de un verbo, no ya reservado a unos pocos, sino destinado a la totalidad de los hombres…” […]
http://elmistico.com.ar/novedades/el_poder_dela_palabra.htm



Comentario
Nos encontramos con el asombro del origen de la palabra. Cuan única y digna de reverencia, que en cada cultura ha tenido un desarrollo distinto y un impacto que nos ha llevado a lo que conocemos como verbo. Muchos relatos distintos brindan la palabra, su aparición, su apogeo, su riqueza… La mayoría de culturas, cabe mencionar puesto que la fuente de este artículo es una página web cristiana católica, remonta el origen del verbo al antiguo testamento, a la necesidad de comunicación de los primeros seres humanos, Adán y Eva; luego con la caída de la torre de babel se da según la biblia la aparición de nuevas lenguas y el momento en el que a todos los israelitas se les hizo imposible entenderse.

Articulo #3
[el poder de la palabra]


Lo innombrado es lo ignorado. La palabra es punto de partida de todo lo que es humano. La correspondencia entre los hombres y el mundo pasa siempre por la mediación de la palabra. Ella es voz que nombra la realidad, es referencia y signo que determina todas las representaciones. Las edades de los hombres suelen dibujarse sobre algunas particulares palabras.

Nadie puede sustraerse a la sospecha de un mágico poder surgiendo de las palabras; intuir que existan secretas y hondas afinidades entre las cosas y los nombres de las cosas. Para los griegos, las palabras eran representaciones. Pronunciarlas equivalía a evocar lo nombrado con todas sus cualidades esenciales. Los nombres cobraban, así, el mismo valor de las cosas. "Qué poder -se pregunta PLATÓN en su diálogo Cratilo- tienen para nosotros los nombres?". La respuesta que él mismo se da es clara y contundente: "quien sabe los nombres sabe las cosas". Esa concepción cedería paso a otra que conciba a las palabras como signos convencionales sin relación alguna con la cosa nombrada. Para los griegos, onoma (nombre, palabra) se relacionaba con nomos que significaba organización, verdad, principio, fundamento, disposición. Todas las cosas y todas las acciones en el universo obedecían a una lógica propia de la naturaleza, esto es, a un nomos.

Articulo #4
[el poder de la palabra]


El Poder de la Palabra
Junio 2006
Presentación del tema: Dra. Ana María Otero
Anécdota

Se cuenta que en una colina veneciana había un sabio, al que dos jóvenes quisieron desafiar. Fueron a su encuentro llevando un pajarito en la mano, y le preguntaron al sabio si el pájaro estaba vivo o muerto. Él sabio, sin dudarlo les respondió que estaba como ellos quisieran. Si decía muerto, abrirían la mano y el pájaro saldría volando, si decía vivo, apretaban un poco la mano y estaría muerto. Él sabio les reafirmo así que el pájaro estaba como ellos quisieran…
¿Qué es la Palabra?
La palabra hablada o escrita es la expresión más perfecta de nuestro pensamiento, nos revela al mundo exterior y es el vínculo más potente y eficaz de nuestras relaciones recíprocas.
La palabra articulada es uno de los más grandes privilegios humanos. Y constituye la expresión más perfecta de nuestro pensamiento.
La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión.
¿Cuál es el poder de la palabra?
Es el poder de la comunicación. Voy a referirme a la palabra en tanto medio que poseemos los humanos para comunicarnos.
La comunicación es el fundamento de toda relación humana, comunicación entre las personas, comunicación de persona a grupo de personas, comunicación de grupos a grupos.

http://www.smu.org.uy/elsmu/comisiones/reencuentro/jornadas/palabra.html
Articulo #5
[el poder de la palabra]
El poder de la palabra
"En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio en Dios..." (Jn 1, 1-3).
El verbo, la Palabra... ¡Cuánta importancia le hemos dado desde los tiempos más remotos!
Al margen de consideraciones de tipo religioso o doctrinales, la palabra forma parte desde siempre de la naturaleza humana; es lo que nos distingue de otras especies no racionales.
La palabra como transmisora de "ideas", como instrumento indispensable en la comunicación, como informadora de nuestro pasado, como ilustradora de nuestro presente y como expresión de nuestros anhelos de futuro.
La palabra es capaz de desvelar nuestra intimidad más oculta, por la palabra nos abrimos al mundo exterior, a los demás, a los seres que apreciamos y a los que despreciamos, a los que amamos y a los que odiamos.
Por medio de la palabra podemos sacar lo más ruin y lo más hermoso de nuestra naturaleza.
La palabra puede humillar, ofender, herir, incluso matar; pero al mismo tiempo la palabra puede ensalzar, encumbrar, animar, divertir, acariciar...
Con la palabra se enardecen los ejércitos, se arrastra a las masas, se convence a la persona de su superioridad o de su inferioridad... La palabra persuade y disuade.
Muchos seres humanos han alcanzado la gloria y la inmortalidad por el uso de la palabra; otros han sido perseguidos, encarcelados, excomulgados, exiliados y "ajusticiados" por el uso de la palabra.
La palabra divulga ideas incómodas e incluso peligrosas para algunas personas, instituciones u organismos; otras veces adula al poderoso con la vaga ilusión de obtener algún beneficio material.
En ocasiones anula voluntades, socava opiniones, induce acciones, intenciones y situaciones. Puede convertirse en un arma poderosa para conseguir nuestros objetivos, para destruir a nuestros enemigos, para contentar a nuestros amigos.
A veces desconocemos o despreciamos el poder de la palabra y la usamos de manera inconsciente, provocamos situaciones desagradables y en ocasiones irreversibles.
Por favor, sepamos rectificar a tiempo y no perdamos de vista lo que tenemos entre manos. El poder de la palabra es ilimitado. No la usemos de cualquier manera. Usémosla como expresión de nuestra libertad, pero seamos prudentes para no convertirnos en sus esclavos. Tomemos precauciones inteligentes. Seguro que nos alegraremos.

http://lenguajarcia.blogspot.com/2007/03/el-poder-de-la-palabra.html