Un breve análisis de la obra de mayor impacto en Latinoamérica. Descubrámos los puntos maravillosos e impactantes que convierten a Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, en la obra representativa de la cultura latinoamericana y el realismo mágico.
Dejar en claro que los elementos del realismo mágico utilizados por García Márquez hacen innecesarias todas estas resoluciones, puesto que el Realismo Mágico es considerado una técnica en la que un elemento mágico [inverosímil] se mezcla con la realidad [verosímil] conociendo las razones de éste. Esto tiene como fin sorprender y entretener al lector, elemento equívoco según otros realistas, e intrínsecamente relacionado con el rescate de la inocencia en la concepción literaria del mundo (“creer, creer, no importa lo que pase” y un poco de “ver con los ojos de un niño”) sin olvidar, por supuesto, el reflejo de la realidad.
® La invención del hielo.
¿Por qué sorprende tanto el hielo que los gitanos llevan a Macondo?
El hielo es un elemento que fascina al lector y le ayuda a comprender que Macondo era un lugar realmente recóndito, y es cuando García Márquez nos da la primera referencia de la época en la que se sitúa la historia y permite que el desarrollo de Macondo “muchos años después” sea más notable.
Como referencia cabe mencionar que el hielo era transportado en los siglos XVI y XVII de las zonas polares hasta Francia, Inglaterra y España para la diversión de los reyes y la nobleza, dentro de recipientes de madera y estaño, uno sobre otro, manteniéndolo en su estado. Fue con la ayuda de Fahrenheit (1686-1736) y Faraday (1791-1867) que se conoció científicamente. Para resolver el cabo suelto de cómo los gitanos transportaron por entre los caminos de la ciénaga aquel inmenso bloque de hielo y ubicarnos completamente en la época inicial de Macondo debo referirme a 1846, fecha en la que la norteamericana Nancy Jhonson inventó la primera máquina heladora automática y dio inicio a la producción de hielo industrial con Jacobo Jossel en 1851 (Fecha en la que relativamente comienza la cuenta de los cien años que terminarían para 1950-1960). Haciéndonos la idea de lo tardío que fue para Macondo conocer el hielo y las maravillas de los gitanos y sus inventos (como el imán que data para 1830-1840) podemos justificar el desconcierto de José Arcadio Buendía cuando dijo:—este es el gran invento de nuestro tiempo.
® Los viajes del éxodo—Macondo Peninsular—el regreso de Úrsula.
Hay en Cien Años de Soledad dos viajes de éxodo que realizan los fundadores de Macondo, ambos complementan la ironía geográfica de la historia finalizando con el regreso de Úrsula. El primer viaje es en la juventud de José Arcadio Buendía y claramente García Márquez nos hace un plano de la región (pág. 19) que vivifica el sentido de este cabo suelto. Para terminar de comprender el caso de Macondo y su ubicación tenemos que decir:
o Al oriente, luego de la sierra, está Riohacha.
o Al sur se encuentra la Ciénaga que «según los gitanos carecía de límites».
o Al occidente está el mar sin término.
o Y al norte, según José Arcadio Buendía, estaba la civilización.
Durante el primer viaje, un grupo de jóvenes, mujeres y niños encabezados por José Arcadio Buendía atraviesan la sierra buscando la salida al mar por el occidente y al rendirse fundaron Macondo para no tener que regresar. En este viaje descubren la armadura del guerrero y Úrsula tiene a su primer hijo José Arcadio. Esto es comparado con el éxodo de la Biblia.
Una vez fundada Macondo, con la influencia de los gitanos y sus inventos José Arcadio Buendía emprende un nuevo viaje extenso ahora por el norte, dónde encuentran al galeón español (una nueva referencia de G. Márquez de la época, porque el galeón era utilizado en los embarques al Nuevo Mundo –América- y encontrarlo en aquel estado sobre tierra firme resultaría un dato de la cercanía del mar) El mar se encontraba a cuatro días de viaje más y nos permite asombrarnos con este nuevo punto. José Arcadio Buendía, quebrantado, descubre y concluye que están rodeados por el mar y define la idea de un Macondo Peninsular. Sin embargo, muchos años después, con el desarrollo de Macondo se redescubre un contacto con las demás ciudades con la guerra, el ferrocarril, la compañía bananera etc.
La travesía por entender las rutas de todo este mágico mundo de Cien Años de Soledad podemos decir que concluye cuando Úrsula Iguarán parte en busca de José Arcadio y los gitanos por entre los caminos de la ciénaga y su rastro se vuelve impenetrable por cierto tiempo, el cual José Arcadio Buendía dedica por completo a sus desaforadas empresas imaginarias, dejando en descuido a Aureliano y a Amaranta. Úrsula regresa con la satisfacción de haber encontrado la ruta a la civilización que su esposo tanto lloró sobre los trazos de los mapas de Macondo, ella llega con una población que ayudaría a Macondo a crecer con otra cantidad de historias en el libro con las que podemos dejarnos maravillar.
® El pirata Francis Drake
Apreciamos otro elemento que nos deja la sensación exquisita muy propia de Márquez de que todo está escrito desde siempre y que todos los sucesos son solo un puro lío de casualidades y de feroces e irrevocables destinos. Puede cualquier lector hacerse la pregunta ¿Qué tiene que ver Sir Francis Drake en la historia de Cien Años de Soledad? Si estamos hablando de siglos atrás y de alguien quién no tuvo contacto directo con ningún personaje pero si una participación esencial. Sir Francis Drake es en verdad un personaje histórico: Navegante y explorador inglés (1540-1596) nacido en Devon y dedicado a los periplos por Sudamérica en encomiendas de la Reina Isabel I, tal y como menciona Márquez. Lo importante de este pirata inglés es que de no haber sido por su aventura por las junglas cercanas al río de plata y al estrecho de Magallanes jamás se hubiera asustado ni quemado la bisabuela de la primera Úrsula Iguarán ni esto hubiera hecho que se cambiaran de domicilio con su esposo Aragonés para conocer al criollo José Arcadio Buendía y que siglos después el tataranieto del criollo se casara con la tataranieta del aragonés y la historia siguiera avanzando con la fascinación acostumbrada de esta gran novela.
® El incesto y la criatura mitológica que pondría fin a la estirpe
Este punto sorprendente deja lugar a muchas interrogantes, la imposibilidad de esta criatura mitológica del humano con «cola cartilaginosa en forma de tirabuzón y con una escobilla de pelos en la punta» (pág. 30) hace increíblemente fantástica la creencia del castigo por el incesto. Veamos que en Latinoamérica y en las regiones en las que el catolicismo se arraigó con mucho poder se cimentó un duro sistema de creencias las cuales tenían su fin en dominar las acciones de los laicos, del pueblo en general. Este es un punto crítico a cerca de la visión religiosa del incesto que según García Márquez es el pecado en la sangre de los Buendía, que se repite de generación en generación. Entonces el fruto de este pecado viene a ser el remordimiento eterno y el castigo divino. Viéndolo desde un punto de vista biológico, la cola de cerdo es una exageración de Márquez en cuanto al fenómeno de la cola atrofiada en los seres humanos, conocido como una deformación en el axis y una apófisis espinosa en las últimas vertebras cervicales del ser humano que le dan el aspecto de cola al final de la columna vertebral; sin embargo, este fenómeno sólo tiene la apariencia de una quinta parte de una cola de cerdo común. Podemos comprender entonces, que además de ser un recurso estilístico (hipérbole) la cola de cerdo como castigo al incesto es una fuerte crítica de García Márquez a las costumbres de los pueblos y da fin a los cien años de soledad de la estirpe de los Buendía cuando Aureliano, el bebé de Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula nace con cola de cerdo y es devorado por las hormigas.
® Melquíades y los pergaminos
Melquíades es uno de los personajes más impactantes y esenciales dentro de la obra, representa a un empírico filósofo, profeta, científico y gitano que llega con su tribu de gitanos pregonando los últimos y asombrosos descubrimientos del mundo. Melquíades estrecha una amistad con José Arcadio Buendía, y una relación extraña con toda la familia, representa un ser divino, inhumano, sabio y virtuoso. Su imagen acogedora queda impregnada por los siglos en un espacio de la casa y marcado en los corazones de los Aurelianos (a diferencia de José Arcadio Segundo que actúa como un Aureliano por el misterio de haber cambiado de identidad con su hermano gemelo) y el principal punto sorprendente y suelto de Melquíades, parte de la semejanza que Márquez hace de éste con Nostradamus (Michael Nostradamus 1506-1566 antropólogo francés judío, profetizó eventos que ocurrirían en el futuro como la muerte de Enrique II y el fin del mundo en el año 3797). Melquíades predice a ciencia exacta todos los sucesos que vivirá la familia Buendía, cada una de las repeticiones, pesares, alegrías y tragedias que sufrirían los personajes en unos pergaminos escritos en sánscrito, su lengua (lengua indoeuropea muy antigua utilizada litúrgicamente), con cien años de anticipación. Sin este elemento Márquez no podría llevar un hilo de cien años de soledad ni el fascinante elemento del tiempo cíclico.
® Las presencias o ánimas de personas muertas.
En cien años de soledad, hay otro cabo suelto con respecto a los fantasmas. Apreciamos una serie de apariciones en toda la obra y podemos distinguir entre magia o milagro, como muy bien lo hace Mario Vargas Llosa en su estudio Cien años de Soledad. Realidad Total, Novela Total. A mención, estas presencias serían las de José Arcadio Buendía bajo el castaño, Úrsula conversaba con él. Prudencio Aguilar que atormentó a Úrsula y a José Arcadio Buendía por mucho tiempo, Melquíades, entre otros. Pues, debido al maravilloso universo de Macondo, estas ánimas llegan a convertirse en presencias habituales y hasta entrañables. Nadie duda de su real existencia, nadie cuestiona la locura de nadie dentro de la obra, solo nos queda creer y creer no importa lo que pase.
® La muerte
José Arcadio Buendía Muere de una forma peculiar. Úrsula, enterada por Aureliano de la premeditada muerte de su esposo lo soltó del castaño y lo amarró a su cama, ahí el anciano fundador de Macondo acostumbraba a soñar con habitaciones en las que entraba una a una, todas iguales, puerta tras puerta, hasta que un día se quedó atrapado en una y jamás salió. Prudencio Aguilar era el único que le entendía y le acompañaba siempre, hasta el momento de su muerte. En todo Macondo repercute la muerte de este personaje, llueve a borbotones diminutas flores amarillas y «tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro.» (pág. 166) este es un punto, en verdad maravilloso, único y exquisito.
José Arcadio hijo mayor, el descomunal hombre sísmico y corpulento tiene la muerte más impactante y misteriosa de toda la obra. Según Márquez, el único misterio que jamás se resolvió en Macondo (aunque a consideración de muchos, hay más de uno). Una tarde durante la guerra en la que Rebeca, su esposa, entró a ducharse, un desconocido irrumpió en la casa que habían adquirido por tratos sucios con Arcadio y con un revólver atacó a la sien del interpelado y murió sin mayor aviso. De su oído comenzó a emanar sangre que en un precipitado cauce llega hasta Úrsula recorriendo gran parte de la ciudad para anunciarle el suceso. Luego de su sepelio, el toque del olor a pólvora en el cuerpo es la más excéntrica de las hipérboles que utiliza Márquez. Todos los elementos empleados sólo en la muerte de este personaje crean la excelencia indudable de Cien Años de Soledad en una de sus partes.
Coronel Aureliano el coronel Aureliano Buendía muere del alma y nos hace valorar la inocencia de estos personajes, la soledad y la poca autocomplacencia en la rutina del ser humano. En sus últimos días, el coronel Aureliano Buendía se dedicó por completo a los pescaditos de oro y a disfrutar la soledad y su soberbia. Un día en el que bajo una lluvia de octubre, atacado por los recuerdos, retorciéndose en los sentimientos prohibidos, observa con recelo el circo que se avecinaba al pueblo una vez más. El coronel, lleno de nostalgia, se dirige a orinar al castaño y apoyando la cabeza al tronco, cierra sus ojos y deja de vivir.
Amaranta la fascinación de esta muerte radica en la premeditación que una mujer anticuada vestida de azul con el cabello largo le hace a Amaranta, la muerte «tan real, tan humana» le avisa el vaticinio siete años antes, con el fin de que Amaranta comenzara a bordar su mortaja y tal es la ironía que se convierte en una mensajera para la otra vida, y el escándalo es grande, el designio certero y la consternación de los Buendía cotidiana.
Los gemelos José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo Los gemelos manejan una interconexión tan íntima que forman un nuevo elemento de fascinación, porque luego de sus juegos infantiles, al parecer, su identidad según los rasgos hereditarios de los Aureliano y los José Arcadio es cambiada por el resto de sus vidas. Y Aureliano actúa como un José Arcadio y José Arcadio como un Aureliano, pocos lo notaron y nadie lo discutió (como otra cantidad de hechos increíbles que nadie discute) y fue hasta su muerte, también conectada, que vuelven a su verdadera identidad. José Arcadio es el primero en morir, cae sobre la mesa de Melquíades frente a su hermano gemelo y muere pasivamente. Aureliano, minutos después, al acostarse en cama cierra los ojos y acompaña a su hermano en el camino de la muerte. Confunden los ataúdes a la hora del entierro y termina por ser otra extraordinaria narración de la muerte.
Úrsula La muerte de Úrsula tiene cabida luego del sorprendente toque de la lluvia de casi cuatro años que Márquez utiliza para hacer notable el decaimiento de Macondo. Describe a la fundadora mordaz de Macondo como una anciana carcomida por la decrepitud, ciega, flácida, débil pero jamás inútil ni desorientada. Sus “momentos de lucidez” son escasos pero le sirven para dejar resueltos los últimos asuntos antes de morir. Cuando muere Úrsula, su cuerpo es tan pequeño y atacado por los años que se entierra en un ataúd del tamaño de una caja de zapatos. Su muerte convierte la casa en un lugar hostil a punto de destruirse por completo, da un giro total al tiempo y parece transportarnos a otra época con nuevos personajes. El coraje de Úrsula no le permitió caer ante ninguna desgracia y logró cumplir su promesa de morir cuando cesara la lluvia.
Las muertes de estos y otros personajes nos permiten sacar algunas conclusiones de acuerdo a la forma, vemos que García Márquez plantea una muerte natural en la que el espíritu en ceremonial acuerdo con el cuerpo decide dejar de vivir y solo cerrar los ojos. Eso pasa con varios personajes, así como la visión humana de la muerte, el morir de amor, de soledad o de luchar por no morir. Sólo algunos de los hombres de la historia mueren violentamente, las mujeres no. El asesinato es más justificado por el autor en ese enfoque, la guerra y la corrupción del gobierno con la compañía bananera. En conclusión, la muerte es un esencial y excéntrico elemento de fascinación que Gabriel García Márquez utiliza a su beneficio con sorda perfección.