martes, 21 de junio de 2011

/las intermiténsias de la muérte/

Las intermitencias de la muerte
José Saramago

Me enfrenté a “Las intermitencias de la muerte” hace unos meses y fue una carta de presentación exquisita con la narrativa de Saramago. José Saramago es un escritor calidad Nobel, portugués, periodista y su talento está comprometido con el género humano.

La muerte, un día, en un país que puede ser cualquier país, decide dejar de trabajar. El argumento puede parecer absurdo, pero me atrevo a asegurar que la intención del autor es ésta. Lo absurdo de las estructuras sociales y los comportamientos colectivos. Saramago es un escritor de inmensas e inquietantes metáforas que establece un vínculo casi entrañable casi invisible con la realidad latente de las naciones europeas. Su demás obra literaria narrativa radica en temas afines, en el estudio profundo y reflexivo de qué tan inhumanas pueden llegar a ser las sociedades humanas. La muerte, como toda una prosopopeya satírica, deja de matar únicamente dentro de las fronteras de dicha nación. Se desconocen las razones y desde la primera página nos envuelve en un panorama de incertidumbre junto a todo ese país cuya suerte, aunque pareciera esperanzadora y profética, le provocará graves conflictos.

José Saramago parece tener a la nación en la palma de su mano, tal omnisciencia y omnipresencia lo dota de un control de todo el acontecer político, económico, militar, religioso y personal en la narración. Es un proceso que de inicio a fin, con la zozobra y desasosiego de la población, mantiene en zozobra y desasosiego al lector.

¿Qué pasaría si un día la gente dejara de morir? La utópica interrogante que cualquiera podría hacerse es la que brinda al autor las herramientas para predecir con exactitud y jactancia lo que haría no solo esa nación, sino cualquier sociedad del mundo. Hay todo tipo de catástrofes ingeniadas con tremenda creatividad y sobretodo mucha lógica de la que abunda en las actuales relaciones humanas. Saramago desencadena conflictos con cada miembro de la sociedad, desde el clero hasta la realeza, desde el gobierno hasta la mafia, desde campesinos hasta adinerados, desde filósofos a secretarios, desde la colectividad hasta la intimidad del pensamiento.

Un estilo muy periodístico, muy preciso pero a la vez tan ameno como oír pláticas ajenas. El autor recurre constantemente a la fluidez de los diálogos sin intervenir en ellos, diálogos que están incluidos en el cuerpo de la narración (llámese párrafo) y no como tradicionalmente se conocen. Muchas técnicas de narrativa contemporánea vuelven la lectura muy intensa e imposible de abandonar. El autor, prescindiendo de ahondar en un o unos solos personajes y dándole el protagonismo a la nación entera, ahonda abismalmente en el comportamiento social.

La impresión más significativa que tuve al finalizar el libro fue: “en verdad que así nos comportaríamos si pasara esto”. Todo lo que pasa es radicalmente absurdo y desmoronado, pero en la reflexión, con “Las intermitencias de la muerte” es reconocible que como sociedades, es ahora muy normal nuestro comportamiento absurdo y desmoronado.

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