miércoles, 20 de abril de 2011

/léntes kulturáles/

Mi visión personal del asunto. 

Leí un artículo de Mariano Guzmán llamado “Fomentar la cultura” y comencé a escribir al respecto. En un mundo como el nuestro, globalizado hasta hacer imposible concebir los más simples y entrañables detalles de la naturaleza sin la tecnología y las innovaciones digitales y donde el estilo de vida de las personas se aleja cada día más de aquellas tradiciones propias de su cultura, y a su vez, de su identidad; considero que esperar que la lectura sea el principal medio de difusión e influencia en las personas y creer que la cultura es lo más digno que le queda al ser humano después de su neto aprendizaje académico y moral me convertiría, al parecer, en un iluso más sin apoyo.
Para tratar la temática de la deficiencia cultural en nuestro país, es necesario tener los pies muy en la tierra, en esta tierra cada vez más infértil e incapaz de cosechar gente de pensamiento libre y suspiros inteligentes. La cultura viene a ser un tema de última instancia, algo que lo hablan los que no supieron adaptarse a las tendencias mundiales; quienes no juegan el deporte mundial, quienes no aman la tecnología, quienes aún buscan su pasión más pura en las artes y las letras. Mi teoría enfatiza el hecho de una adaptación obligatoria al mundo de todos los días, a los medios productivos, al tiempo limitado; si no cabes en el rompecabezas, no sirves. Entonces, reconociendo que nos están amenazando a punta de espada, o (para encontrarle mejor sinonimia al término “tecnología de punta”) a punta de tecnología; tenemos que saber que aunque resulte tarea difícil, podemos encontrar una manera de utilizar esta amenaza a favor de la cultura. La solución puede, quizás, estar en utilizar los recursos digitales y la ahora divinidad ineludible del internet para abrir nuevos enfoques culturales. Fomentar la cultura puede ser mucho más fácil ahora con los blogs, los perfiles o grupos sociales en la web, etc. para en lugar de buscar llenar las bibliotecas, se busque llegar al 42% de la población que no se interesa por la lectura. La calidad llegará cuando en lugar de ser dominados por el sistema, el sistema seamos nosotros mismos. Habrá pocos que apoyarán de inicio a fin la labor. Pero se puede.
Para librarnos de la miopía cultural que padecemos, basta (sin caer en lo fatal) encontrar los lentes graduados con exactitud para ver lo que el alma necesita y amar como se debe a la lectura y, por ende, a la cultura en general.
Retomando, por consiguiente, unos artículos de Javier Alas; un admirable crítico, poeta y editor que propone con verdad anímica e hiriente la realidad para los escritores y escritoras en un país pintado de tantas formas y puesto en tan largos y falsos vestidos que cosen los corruptos y hombres sin vergüenza.
La vida de los escritores está lejos de ser digna por la misma situación cultural que vive el país. ¿Cómo hacer para trabajar todo el talento que se esconde en 21,040.79 Km2? ¿Cómo publicar con suficiencia y orgullo todo lo que lo merezca? O peor aún, ¿Cómo difundirlo y hacer que sus mismos hermanos compatriotas aprecien su trabajo? Grande es la tarea, casi imposible de lograr ni cuando todos los fondos del estado estén destinados a esta labor. Si un niño se acerca a sus padres y dice: quiero ser escritor, hay detalles imprescindibles en el recuadro; la decepción en los rostros de los padres, la ilusión en los ojos del niño, el deseo de comerse al mundo, la sed de un Nobel. Sabemos claramente la poca rentabilidad que tiene, no se cuestionan las razones por las cuales cerraron para siempre la carrera de Letras en las universidades. A la suerte y al talento puro se le deben los pocos galardones que se guardan en casa y corazón de escritores salvadoreños y menciono al talento puro para representar esa llama que aún no se extingue y que les da a todos la certera esperanza de poder ser leídos y apreciados por los bohemios del café de una avenida luego de morir mártir de hambre y por la patria.
Morir para el poeta, podría ser mucho más artístico e inspirador en situaciones como las que enfrenta a la hora de querer hacerlo en El Salvador. Haber nacido acá te pone sobre la espalda el peso de un pasado ensangrentado, de un presente ficticio y de un futuro predeciblemente incierto. Siendo escritor, es razón poética, es admirable encomienda por los siglos de los siglos. Cuando quiera morir, he de estar seguro de cambiarlo o al menos, más realista, de haberlo intentado.

 Septiembre, 2010.

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